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Radio basura

18 julio 2017

Todo es basura.

Bueno, casi todo es basura en las televisiones nacionales. Desde los programas en los que practican la explotación infantil hasta las novedosas tertulias políticas en las que se dedican a una especie de ping-pong dialectico, pasando por el magazín matinal empeñado en que cuidemos nuestro colesterol o el desenfadado programa de humor que de tanto repetir lo mismo ya resulta cansino.

Casi todo es basura en televisión, es cierto, pero ¿qué me dicen de la radio?

Ya no hablo de las tertulias políticas que tocan única y exclusivamente los temas que los diferentes gabinetes de prensa de los gobiernos quieren que se traten. Actualmente la información y la opinión radiofónica están al servicio de los partidos políticos. Sea para promocionar la acción del gobierno de turno o para criticarla, en muy pocas ocasiones se salen del guión establecido. Si toca hablar del paro se habla del paro, si conviene más tratar el tema de la inmigración pues a prepararse el tema y ya está. Escuchamos las mismas opiniones y a veces incluso las mismas frases una y otra vez y al final no queda espacio para el pensamiento propio.

Pero la radio es, o debería ser, mucho más. Escucho como cada verano los mismos programas de entretenimiento que no aportan nada. Se supone que el verano es el momento en el que los que están empezando deberían demostrar su valía, que debería haber nuevas ideas y aires frescos y sin embargo tenemos que soportar las mismas encuestas estúpidas sobre temas tan variopintos como lo que las chicas buscan en los chicos y viceversa; sobre lo que hacemos antes de irnos a dormir o sobre cada cuantos días cambiamos las toallas del baño.

La Radio es comunicación, narración pura, incluso imaginación. Pero los profesionales del medio están perdidos entre las nuevas tecnologías y la publicidad de las grandes empresas disfrazada de responsabilidad social. Casi no puedes escuchar un programa radiofónico sin que te hablen de lo más visto en televisión, (ese programa de televisión que demuestra que a los telespectadores les gusta la caca para desconectar y relajarse después de un día duro), sin que hagan referencia a lo que se mueve en las redes sociales o sin que lean las noticias de los periódicos del día como si fuesen palabra de dios.

Todo es antiguo en la radio, comenzando por los profesionales que van cambiando de empresa como si de fichajes de futbolistas se tratase. Ya no tienen nada que aportar, simplemente su nombre y la capacidad para generar polémicas en las redes. Si, estoy hablando de ese y de aquel, tránsfugas de los medios que parecen hacer todo lo posible para salvarse de la quema, igual que los políticos que cambian de partido para conservar su puesto en el gran reparto de la tarta de la representación de la soberanía del pueblo.

Da rabia pensar que habrá un montón de universitarias recién salidas de las facultades y con muchas ganas de hacer cosas novedosas, con ideas para hacer buena radio pero que no encuentran su hueco porque las empresas del sector prefieren apostar por los grandes nombres del medio en lugar de permitir que las nuevas generaciones se abran paso.

From → Aquí y ahora.

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